El término de ‘smart cities’ o ciudades inteligentes está en boca de todos. No se trata de una palabra que esté de moda, sino de algo tangible que ha llegado para mejorar nuestras vidas. Sin embargo, este nuevo concepto ha surgido una gran duda entre la población, ¿de verdad están preparadas las ciudades para convertirse en smart cities?
Que las ciudades inteligentes son el futuro, y que nos van a orientar a una nueva manera de entender la sociedad, es claramente una realidad que no crea tanto debate como la gran pregunta mencionada anteriormente. Las grandes urbes están afrontando tremendos cambios debido a distintos factores. Entre ellos la nueva revolución industrial que está ocurriendo a nuestro alrededor. La idea de tener una movilidad urbana basada en vehículos eléctricos o conectados a Internet, es un escenario que hace unos años pocos se podían llegar a imaginar.
La omnipresencia de la digitalización y de la conectividad en nuestras vidas, no solo ha transformados nuestra manera de trabajar y vivir en las ciudades, sino que estas también han querido aprovecharse de los avances para encontrar una manera de encajar su funcionalidad a las nuevas tecnologías.
Otro de los factores que también ha obligado a que las ciudades de todo el mundo se adaptaran ha sido la crisis climática. Actualmente, muchas localidades están optando por ser más ecológicas, sostenibles, y en consecuencia más inteligentes. Los cambios climáticos, sociológicos y tecnológicos que estamos viviendo están creando nuevos retos y necesidades a la sociedad, pero también a las ciudades.
Pero, antes de nada, ¿qué son las smart cities? Una ciudad inteligente se desarrolla a través de incorporar tecnologías de la información y comunicación (TICs) para mejorar los servicios públicos y las infraestructuras para los ciudadanos. Un ejemplo de ello es el transporte público, el ahorro energético o la energía renovable, la eficiencia y la sostenibilidad.
¿Las ciudades inteligentes son el futuro?
A la pregunta de ¿están preparadas las ciudades para afrontar este cambio? La respuesta es no. Y esto se ha demostrado con la llegada del Covid-19. La pandemia aceleró el proceso de querer ser una ciudad inteligente. Pero, a su vez, dejó en evidencia que muchas de las poblaciones del mundo no estaban preparadas para esta situación. Ser una ciudad inteligente no es un proceso que se consiga de un año a otro, es algo que se realiza durante un largo tiempo y necesita una gran planificación previa. Detrás de una smart city hay un gran conglomerado de organizaciones y corporaciones que hacen posible este ecosistema.
Otro de los factores que hay que tener en cuenta, y evidencia mucho más la respuesta, es la superpoblación que se espera en un futuro. Actualmente, muchas ciudades tienen altos niveles de contaminación, siendo China o La India, dos de los países con más capitales contaminantes del mundo. Si las cifras que tenemos actualmente son bastante preocupantes, en unos años los problemas se multiplicarán de forma exponencial. Se prevé que, para 2050, la población aumente hasta los 10.000 millones de habitantes; y casi el 70% se concentrará en las ciudades.
Con una gran cantidad de personas mudándose a las urbes para mejorar su estilo de vida, estas se enfrentan a importantes retos. Uno de ellos será el incremento del consumo de energía, que tiene un grave impacto sobre el medio ambiente. Además, un mayor tráfico en las carreteras, lo que provoca un aumento en la contaminación, que, actualmente, ya es el causante del 28% de las emisiones de CO2 y el gran culpable de la mala calidad de aire de muchas ciudades. Y a consecuencia de ese aumento poblacional, las infraestructuras y los servicios públicos no van a poder soportar la afluencia de personas, aparte de la salud o la economía de la ciudad.
Bien es cierto que medidas como la energía sostenible mediante placas solares, se están comenzando a instalar gradualmente en muchas ciudades y casas particulares. El problema es que no es suficiente. Es una realidad que las ciudades inteligentes ofrecen enormes beneficios como nuevos modelos de negocio, mejora de la movilidad, del urbanismo o de la calidad de vida de los ciudadanos. Pero, aunque sea un presente que muchas urbes quieren conseguir, es muy probable que esto se convierta en algo del futuro, y no precisamente a corto plazo.
Esto no es algo que pensemos en Vacolba. A la pregunta de si están preparadas nuestras ciudades, el astrofísico experto en contaminación lumínica en las ciudades y líder de Cities at night, Alejandro Sánchez de Miguel, responde un rotundo no. Y añade que “No existen políticas que midan realmente los impactos ambientales en muchos ámbitos de manera fiable”.
El problema al que se enfrentan muchas ciudades es complejo y la respuesta abarca tal profundidad que influye, de forma transversal, a todos los pilares que sustentan el día a día de los habitantes. Más incluso que las polémicas sobre los atascos, la superpoblación o la contaminación. Cubrir la tierra con cementos ha generado un gran impacto en nuestras ciudades, y volver a lo que era en un principio, no es tarea fácil.
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