¿Son realmente accesibles las cajas de pago automático de las tiendas?

¿Son realmente accesibles las cajas de pago automático de las tiendas?

La automatización supone rapidez, eficacia y ahorro de tiempo. Al menos eso espera la sociedad de este proceso que nació para mejorar la productividad y reducir costes. Sin embargo, parece que los ciudadanos no nos adaptamos correctamente a los procesos automáticos porque la mayor parte del tiempo no se encuentran optimizados ni integrados eficientemente en nuestros quehaceres diarios para cumplir los objetivos para los que se han creado. Es lo que ocurre con las cajas de pago automático.

 

La sociedad cada día es más exigente. Bajo el pretexto de vanguardia y modernización anhelamos herramientas que nos permiten optimizar nuestro tiempo, esfuerzo y los recursos para llevar a cabo una determinada tarea. Precisamente, las cajas de pago automático son un buen ejemplo.

 

La eterna promesa

 

Desde que estas cajas de auto cobro se pusieron de moda alegando un prometedor futuro, tan solo se han quedado en eso, en promesas, aparentemente. ¿Cuántas veces en los supermercados hay una larga cola para ser atendidos por una persona en caja mientras otras automáticas están completamente vacías? Las cajas de este tipo, en teoría, son más rápidas. ¿No resulta extraño que, siendo así, prefiramos que nos atienda una persona (humana) que una pantalla? ¿Por qué ocurre eso? Quizá porque somos seres sociales que necesitamos interactuar con nuestros semejantes para corroborar fehacientemente la tarea que llevamos a cabo.

 

Sea como fuere, en España, este sistema de auto pago aún no se encuentra arraigado en el proceso de compra de los supermercados como para acabar con el trabajo de los cajeros/as que nos atienden cada vez que vamos a hacer la compra. Cierto es que algunos establecimientos ya tienen implementada la automatización en el pago de sus productos, pero no es común que la primera opción de los clientes sea interactuar y pagar en una máquina cuando hay un empleado físico a pocos metros haciendo lo mismo.

 

La eterna promesa de optimizar el tiempo parece estar en contra. A priori, las cajas de cobro automático parecen más rápidas, pero la práctica demuestra que esta premisa no siempre se cumple. Asimismo, el tiempo que emplea una persona en el auto pago de los productos de una tienda respecto a si lo hace un empleado de la misma es superior. Es decir, la mayoría de las personas prefieren esperar unos minutos más en la cola y ser atendidos por una persona porque tienen la sensación -real- de que pierden más tiempo si hacen el proceso ellos solos que si un trabajador les ayuda a pagar su compra.

 

¿El pago automático es accesible para todos?

 

Todo proceso o evolución tiene sus pros y sus contras y, más aún, cuando hablamos de automatización. Este tipo de máquinas “sustitutas” de personas son cómodas y accesibles para quienes acostumbran a tratar artilugios de este tipo o que han nacido en el siglo XXI.

 

No obstante, no todas las generaciones que conviven en la sociedad están preparadas para adaptarse a estos cambios tan abruptos. A las personas mayores -y no tan mayores- les cuesta utilizar estas máquinas, como es comprensible, porque no tienen la capacidad para enfrentarse a ellas y, además, nadie se ha parado -ni lo hace- a enseñarles qué son y cómo funcionan. Cada día somos menos pacientes con ellos y damos por hecho que tienen la obligación imperativa de adaptarse a unos aparatos que ni la propia sociedad comprende el propósito de su implementación dado que no apreciamos resultados por el momento.

 

Ahora mismo, las máquinas de este tipo son una careta de modernización disfrazada de automatización y vanguardia. Máquinas posturetas de avance y sostenibilidad que más bien se asemejan al attrezzo de un teatro que a un nuevo “paradigma” revolucionario y permanente en el proceso de compra en las tiendas físicas.

 

Aún así, en España, la automatización es un proceso al que la sociedad está condenada. Sin embargo, existe cierta solidaridad por parte de los ciudadanos con el gremio de trabajadores que, en un futuro, corren el riesgo de ser sustituidos por máquinas bajo la coyuntura de mejorar la productividad de un negocio. Esto es cierto, la productividad mejorará, pero, ¿a qué precio?

 

El correcaminos perdido

 

De todas maneras, los empleados deben estar tranquilos en lo que respecta al pago automático. Si la sociedad está dispuesta a esperar colas para ser atendidos por ellos en vez de por una máquina, es por que sus puestos de empleo, por el momento, son imprescindibles. Este correcaminos perdido como son las máquinas de autocobro tiene mucho sendero por delante y no es un terreno llano. No solo en supermercados hallamos este método de pago. En las cadenas de comida rápida o en grandes superficies como en una reconocida marca de muebles nórdicos.

Sin embargo, las cajas de cobro automático sí tienen beneficiosas ventajas si se integran correctamente dado que mejoran la productividad y están pensadas para reducir el tiempo de gestión de una compra. También permiten que el dinero que entra y sale de esas máquinas sea auténtico y disminuye los errores en el cobro de los productos. Ahora bien, la idea es buena, pero las personas demandan rapidez e inmediatez y exigen la misma calidez humana a una persona que a un conjunto de chips y pixeles.

De momento, al cliente se le permite elegir cómo desea pagar su compra. Si prefiere hacerlo en una caja convencional atendido por una persona o si prefiere probar el pago automático. Pero algo falla si se ven cajas automáticas vacías mientras el tiempo se nos va en las que están llenas. La calidez humana siempre manda.

 

En Vacolba nos gusta escuchar las opiniones de nuestros lectores. Y tú, ¿utilizas las cajas de pago automático? Déjanos tu opinión al respecto.

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